domingo, 10 de septiembre de 2023

ANDALUCISMO Últimamente se está cuestionano la utilidad del andalucismo por dirigentes de uno de los partidos andalucista. Ese cuestionamiento me parece inoportuno, ya que algunos de aquellos que se lo plantean, gobiernana en sus ciudades, por lo que la deducción lógica es que en ese municipio sí es útil, y por tanto, no hay ninguna razón para pensar lo contrario en el conjunto de Andalucía. Yo diría más, el andalucismo no solo es necesario para Andalucía, sino que lo es también para España, demasiado volcada hacia los territorios del norte. La pregunta para mí sería: ¿Se le ofrece desde el andaluciamos al conjunto de Andalucía lo que esta demanda? Por los resultados, probablemente no. Mientras en los municipios se le ofrecen a los ciudadanos respuestas a los problemas concretos, soluciones a las demandas populares; el discurso con respecto al conjunto de Andalucía y España es anacrónico, anticuado y lejos de las necesidades de los andaluces. Para estos no es problema ser o no una nación o si el estado debe ser federal o confederal. Para los andaluces los problemas son las listas de espera en la sanidad pública, la falta de infraestructuras en algunas zonas condenadas al subdesarrollo, el alto número de parados, las bajas rentas y el cada vez mayor número de barrios sumidos en la pobreza. Ahí debe penetrar el andalucismo, dando soluciones a esos y a otros problemas similares y a los que los partidos estatales no dan respuesta. En España y en Andalucía, han gobernado el PP, el PSOE, Podemos-Izquierda Unida, sin que nuestra tierra haya mejorado en comparación con otros territorios españoles. Defiendo por tanto, que las respuestas a los problemas mencionados y a otros muchos que nos rodean, debe darse desde aquí, desde Andalucía, con concreción y realismo.

lunes, 29 de agosto de 2022

INFLACIÓN Y SUBIDA DE SALARIOS

Padecemos una inflación muy alta como consecuencia de la guerra en Ucrania y de la salida de una pandemia que nos tuvo retraídos e incluso encerrados durante algún tiempo. Hemos de acostumbrarnos a que la bajada de la inflación no va a producirse de una forma rápida, sino que lo hará lentamente, y desgraciadamente a causa de la recesión que algunos vaticinan, o en el mejor de los casos del menor crecimiento de la economía. Pero el debate que se abre no va a ser el de la contención de la inflación, sino que será el de la subida de salarios. El propio gobierno, a través de la ministra de Trabajo, y los sindicatos, vaticinan un otoño caliente, ya que el primero está dispuesto a apoyar, y los segundos a convocar movilizaciones para exigir salarios acordes con la carestía de la vida. El asunto no es baladí, ya que la fortaleza de la economía depende en gran medida, del equilibrio entre crecimiento del PIB, inflación y salarios. Ese equilibrio es el que deben buscar los gobiernos, y no ponerse de forma incondicional al lado de los agente sociales, sean estos los sindicatos o la patronal. En mi opinión, el equilibrio debe estar en una subida salarial moderada que represente aproximadamente el cincuenta por ciento del incremento del IPC, y que se viera compensada esa subida en los dos próximos años una vez ya estabilizada la inflación. Ese sería el pacto ideal, el sensato, y al que a mi juicio deberían estar abocados patronal y sindicatos. La administración debe dar ejemplo y actuar así con sus empleados y pensionistas, y huir de la demagogia a la que a veces nos tienen acostumbrados. El gobierno no puede pedirle a los empresarios que le suban a sus trabajadores por encima de lo que ellos están dispuestos a subirle a los empleados públicos. La economía no se fortalece dándole tirones sin ton ni son o improvisando soluciones populistas, sino mediante unas políticas equilibradas donde el consenso entre partes prime sobre la imposición. Francisco Vergara

lunes, 22 de agosto de 2022

Un cuento de verano

Cuando el verano va apurando sus últimos días, aquellos en los que las tardes se alargan casi hasta la medianoche, nos empezamos a despedir de la pereza, la relajación o los excesos con la comida y la bebida. Nos vamos preparando para la vuelta a la rutina, al despertador, a los telediarios llenos de desencuentros y malas noticias. La vida nos volverá a dar la oportunidad de ver de nuevo cómo caen las hojas de los árboles, cómo las calles de nuestros pueblos y ciudades se llenan de niños yendo o viniendo al colegio, de saludar o esquivar a los vecinos. El verano habrá podido ser generoso en besos y abrazos, o quizá haya servido para alargar las distancias o añorar las ausencias. Situados frente al mar o pisando duras piedras, solos o acompañados, habremos contemplado la lejanía de todo lo que se fue, o soportado el lastre de los sinsabores y contrariedades con las que nuestros años de vida nos han obsequiado. Conforme los días se acortan y las noches van ocupando su espacio, volverán las citas pendientes con el médico o las llamadas de los banqueros recordándonos el vencimiento de nuestras deudas. La vida volverá a adquirir el color gris que nos acompaña desde que llegamos a la edad adulta, desde que despedimos a la primera mujer o hombre que amamos con un lacónico lo siento o perdóname, o desde que nos dijeron que como amigos mejor. Así es la vida y así hemos de afrontarla. Con sus luces y sus sombras, sus te quiero y sus no puedo. Tal vez los próximos días estarán llenos de nostalgia, de recuerdos, de deseos irrealizables. O a lo mejor nos sorprenden con un encuentro largamente esperado, con un teléfono que suena, con una voz reconocible y unas palabras que nos lleven al tiempo donde la mayoría de nuestros sueños aún estaban por cumplir. La vida nos invitará a seguir caminando, y cuando alcemos la mirada por encima de los inconvenientes y las dificultades del día a día, a lo mejor encontramos la calma y la fuerza para sortear los obstáculos que lastran nuestra armonía y nuestros anhelos. La vida seguirá aunque los días sean más cortos. La vida seguirá aunque no hayamos sido invitados a la fiesta de Sanna Marin. Francisco Vergara

lunes, 15 de agosto de 2022

LA CRISIS QUE SE AVECINA

Cuando pagas 1,50 euros por una botella pequeña de agua o 2,20 por un tinto de verano, te llevas la impresión que estamos ante una situación límite. La pregunta es obligada: ¿Cuántas personas y durante cuánto tiempo pueden aguantar esto? Si el salario medio está en 1500 euros, la respuesta es clara: Podrán aguantar ese ritmo los que ganen por encima de ese salario medio, pero no los que estén por debajo. Estamos por tanto, alimentando una nueva crisis. No es solo porque lo digan los expertos, sino que lo percibimos los ciudadanos cuando vamos al supermercado, echamos carburante al coche o queremos hacer una reserva en un hotel. Las cifras oficiales que nos hablan de una inflación de un 10,8; son la antesala de una crisis de consumo y por ende, de una nueva crisis económica. Entraremos en los próximos trimestres en recesión, aumentará el paro y la capacidad de compra de los ciudadanos se reducirá. Así que tocará de nuevo remar contracorriente, sobre todo aquellos que tengan más deudas o sus ingresos sean pequeños. Esta situación formará parte de nuestras próximas preocupaciones. Otros sin embargo, luchan por salvar la vida huyendo de las hambrunas o las guerras, buscando un hueco en las sociedades, que aunque en crisis, piensan ellos les pueden ofrecer un futuro mejor. También las hay que sufren la esclavitud, como las mujeres afganas, que están desposeídas de los más elementales derechos humanos. Lo sorprendente de todo esto, es que parece importarnos más la subida de la cerveza, que el cautiverio de las mujeres afganas o saudíes o qataríes. El mundo es desigual e injusto. Cada vez hay más pobres y más personas que carecen de libertad o no le son reconocidos los más elementales derechos humanos. Probablemente estemos asistiendo ya a la tercera guerra mundial, esa que enfrenta a pueblos ricos contra pueblos pobres, o a países con regímenes autocráticos o dictatoriales contra países de regímenes democráticos donde se reconocen los derechos humanos. El futuro por tanto es incierto para unos y para otros. Incierto para los que hacen cuentas para llegar a final de mes, e incierto para los que huyen de las bombas y el hambre. Francisco Vergara

lunes, 27 de julio de 2020

UNIDAD ANDALUCISTA

Las elecciones vascas y gallegas de hace unos días, han supuesto un triunfo para partidos nacionalistas en dichas comunidades. Han subido el PNV y EH Bildu en Euskadi y BNG en Galicia. Muchos ciudadanos de esas comunidades apuestan por partidos propios, en la confianza de que éstos, van a defender mejor sus intereses que los partidos estatales. Si así piensan muchos vascos y gallegos, cabía preguntarse ¿cómo pensamos los andaluces? Cuando los andaluces hemos sido llamados a las urnas en las últimas convocatorias, los partidos autóctonos que se han presentado en solitario, sin coaligarse con partidos estatales, han contado con apoyo apoyo. Lo que nos lleva a hacernos otra pregunta: ¿Ocurre esto porque los andaluces no creemos en nuestra potencialidad como pueblo o porque no se nos ofrecen opciones andaluzas atractivas para votarlas? En mi opinión, a las dos partes de la pregunta podemos contestar afirmativamente .
Tras la restauración democrática de 1977, en nuestra tierra existía un fuerte carácter reivindicativo de lo andaluz, por un lado señalando las bondades de nuestro país, y por otro, los agravios que Andalucía sufría desde tiempo inmemorial con respecto al resto del Estado. La sociedad andaluza clamaba contra los poderes centrales, a los que se les atribuían nuestras carencias y necesidades, convirtiéndose nuestra Comunidad en un territorio combativo y con conciencia de pueblo diferenciado, que decía basta ante semejante atropello. Andalucía se puso en marcha y conquistó la Autonomía que le negaban y puso en las Cortes Generales a diputados andalucistas. Algo insólito en España. Los poderes centrales se veían obligados a mirar de Despeñaperros para abajo a la hora de gobernar. Pero como ya pasó en otros momentos de nuestra historia, los partidos centralistas se encargaron de adormecer el carácter reivindicativo del andaluz de entonces, sustituyéndolo por una aceptación y complacencia con los que poniéndose un ropaje semiandalucista, estaban destinados a neutralizar la rebeldía y el empuje del andalucismo.
Pero igual que lo anteriormente dicho, hemos de considerar que a los andaluces no se nos han presentado ofertas  atractivas por parte de los distintos partidos o grupos andalucistas que operan en nuestra Comunidad. Analizar esa evidencia sería demasiado extenso y prolijo. Lo verdaderamente importante en estos momentos, es articular un Bloque de fuerzas andalucistas, para presentarle al pueblo andaluz un proyecto interesante que sea alternativa al centralismo gobernante. Los andaluces no podemos resignarnos a tener las cifras de paro más altas, las pensiones más pequeñas, menos camas de hospital y plazas escolares por habitante que la media española, ni menos recursos para combatir la crisis de la covid que el resto de comunidades, ni estar en los últimos puestos de renta per cápita. Andalucía tiene que protagonizar su futuro, y eso sólo puede hacerse uniendo fuerzas autóctonas andaluzas que pongan sus estrategias al servicio de un único objetivo: Conquistar el poder en Andalucía para ponerlo al servicio de los andaluces. La tarea puede parecer hercúlea, y lo es, pero nunca se consiguió lo mejor, lo más útil, lo más conveniente, sin esfuerzo.

lunes, 13 de julio de 2020

YA ESTÁ DIEGO CON NOSOTROS

Hace tres meses despedíamos en la familia a un Diego nonagenario que nos abandonó tras una larga e intensa vida. Ayer tomó el relevo otro Diego al que le espera asombrarse cuando salga a la calle y vea cómo las cosas se mueven y gente como él pero mayor, se esconden tras unas máscaras como si estuvieran representando una obra de teatro.Cuando Diego conozca a su hermana Sofía, conocerá a quien lo cogerá de la manita y le enseñará a dar los primeros pasos en la vida. Y un día lo visitará su abuelo polaco o él visitará al abuelo y allí conocerá a sus primos de aquel país que también es el suyo, porque su madre le enseñará a amar lo que también a él le pertenece. A sus primos de aquí ya los habrá conocido para entonces, y apreciará en ellos - aunque él todavía no lo perciba - la protección de los que siendo todavía niños, empiezan a tener cosas de mayores de tanto observar cómo estos se comportan. Diego ha venido al mundo haciéndose notar y dejando huella en el cuerpo de su madre: Una cicatriz que irá desapareciendo conforme el niño vaya creciendo. A Diego le queda un largo camino que recorrer en la vida. Un camino que esperemos tenga más luces que sombras, porque de éstas también habrá. No estamos hechos los humanos sólo para el placer y la alegría. También en nuestros caminos se cruzan a veces sombras. Pero como dijo ayer mi hijo Diego, el padre del niño; él nunca lo abandonará en el camino de la vida. Tampoco lo abandonaremos los que estamos para ayudar, para tratar de hacerle la vida más fácil a los que nos rodean.
Bienvenido a la vida, Diego. Esperemos que con tu fuerza y con la de tantos niños como tú que se asoman al balcón de la luz tras abandonar las tinieblas de donde venís, el mundo sea mejor el día de mañana, desaparezcan las desigualdades y también los niños nacidos en otras latitudes, puedan gozar de la comida diaria y de la educación necesaria para ser de mayores mujeres y hombres libres.
Diego, también eres un niño afortunado porque no muchos como tú, pueden presumir de tener dos bisabuelas todavía entre nosotros. A ellas les alegrarás la vida con tu primera sonrisa, los primeros dientes, tus primeras palabras. Tus abuelas Sofía y Alcora te estrecharán entre sus brazos. La abuela Alcora tiene el privilegio de haberlo hecho ya. La abuela Sofía lo hará con los brazos de su hija Ola, tu madre.

jueves, 23 de abril de 2020

MEMORIA DE LA ÉTICA. EMILIO LLEDÓ

El gran filósofo andaluz, hace girar su obra en torno a la ética. La ética del individuo en relación con los demás, con la sociedad a la que pertenece y por ende la relaciona con lo público, con la política. Haciendo honor a los grandes maestros griegos Platón y Aristóteles, da un repaso a las actitudes y comportamientos de los seres humanos. Mantiene que ninguna persona está por encima del bien común que se haya dado la colectividad. Si la sociedad se da unas normas de comportamiento general, las personas de forma individual deben respetarlas. Lo contrario sería ir contra las normas que se ha dado la sociedad en la que vive, de la que participa y se beneficia. Tienen actitudes poco éticas, aquellos que aceptan solo la parte de las normas que les benefician e incumplen las que no les gustan o les perjudican.Por un lado, la aceptación de las normas es un comportamiento ético; y por otro lado también resulta legítimo el deseo o el compromiso de proponer a la comunidad otras normas para que ésta las valore, sopese y en su caso las incorpore.
Otra de las ideas sobre las que bascula la obra de Lledó, es que tiene que prevalecer el "hacer" frente al "querer" o "desear". Las personas nos manifestamos a menudo sobre lo que nos parece bien o mal. En muchas ocasiones hacemos bandera de causas que consideramos justas o buenas para la sociedad, pero según el autor, ese deseo que en principio puede considerarse positivo, deja de serlo si no se corresponde con los hechos. En nuestra sociedad estamos acostumbrados a deseos o reivindicaciones que a fuerza de repetirlas, terminan convirtiéndose en eslóganes. Y eso se produce porque no van acompañadas de hechos. Por ejemplo: Si pedimos que no haya nadie sin vivienda y resulta que nosotros tenemos alguna deshabitada, nuestra petición se queda en un simple eslogan, porque no la acompañamos de los hechos. Lledó dice que somos lo que hacemos, no lo que decimos o deseamos.
Asimismo para nuestro filósofo, la ética o la bondad, no es algo que nosotros podamos atribuirnos a nosotros mismos, sino que tienen valor cuando son los demás los que nos la atribuyen. Pasa igual con el liderazgo. Muchos se proclaman líderes de algo. Craso error. El liderazgo solo tiene valor cuando son los demás los que se lo atribuyen a alguien. El bien no puede plantearse de una forma abstracta o vacío de contenido, sino que debe tener un fin y beneficiar a alguien o a muchos. Por eso la demagogia no se sostiene ante la ética. Lo que nos lleva a enlazar la ética con lo colectivo, con la política. No vale que los que dirigen a los grupos digan lo que van a hacer y las bondades de sus obras futuras; solo tiene valor lo hecho que beneficie a la colectividad. 
De igual modo, las personas justas son aquellas que practican la justicia. Los carpinteros son los que hacen muebles, los mecánicos los que arreglan vehículos y los taxistas los que transportan a personas en vehículos. Pues el justo es igual. Justo es el que practica la justicia. Nos encontrarnos a menudo con personas que se llaman a sí mismas justas, pero que sin embargo anteponen su interés o el del grupo al que pertenecen por delante del interés colectivo. Esas personas, por muy justas que se autodenominen, al no practicar la justicia, no lo son.
Por último Lledó nos dice, que vivir no se agota en hechos cotidianos, sino que vivir también es una cierta forma de esperanza.