sábado, 9 de junio de 2018

¿DE VERDAD PABLO IGLESIAS ES PROFESOR DE CIENCIAS POLÍTICAS?

     La moción de censura recientemente celebrada en el Congreso, nos ha dado varias claves: 1. Nunca debe darse por muerto a un político ambicioso y astuto, salvo que efectivamente se produzca su muerte física. El caso de Gulio Andreotti es el más claro exponente en el pasado siglo. 2. Que los hiperliderazgos cada vez más acentuados en los partidos políticos de nuestro sistema, están vaciando  a estos de democracia interna. Siempre buscan excusas para que el líder tome decisiones al margen de las bases de su partido. 3. Que la política cada vez es más fachada que realidad. Importan más los gestos que los contenidos. Es decir, se está produciendo una banalización, peligrosa a mi parecer, de la política.

     Junto a todo lo anterior, el resultado de la moción ha sido una sorpresa para casi todo el mundo, incluso creo que para el propio Sánchez. Nadie con sentido común esperaba que el PNV pasara en cuarenta y ocho horas de pactar unos presupuestos con el PP, y el reforzamiento de Rajoy por tanto, a votar favorablemente una moción que censuraba al hasta ese momento presidente. La del resto de partidos nacionalistas era clara. Tumbar a Rajoy sin preguntar cómo ni por qué. O sí. Para ellos el bloque denominado constitucional era un muro en el que se estrellaban sus pretensiones independentistas. Votando a un presidente socialista sin embargo, conseguían dos objetivos: a) Deshacer ese muro, y b) colocar en la Moncloa a un presidente y a un gobierno más frágil que el anterior.

      Si la primera sorpresa fue la del PNV, la segunda ha sido el apoyo sin contrapartidas de Unidos Podemos. Es inexplicable que un partido con setenta y un parlamentarios, se los preste a otro de ochenta y cuatro sin una negociación previa. No estamos hablando de ocho o diez diputados, sino de setenta y uno. Cinco millones de votos que sin haber apoyado al PSOE, se van sin contrapartida alguna a ese Partido. No quiero decir con esto que hubiesen negociado un gobierno de coalición, pero sí al menos un pacto de legislatura, donde se  pusieran negro sobre blanco las políticas a desarrollar. El Sí se Puede tras la investidura de Sánchez, no es más que el maquillaje del error que estaban cometiendo, y que se visualizaba a continuación, pidiendo primero entrar en el Gobierno y después diciendo que van a hacer una oposición dura y que a Sánchez le espera un calvario. ¿Ustedes ven esto serio? Yo no. ¿Por qué se le consultan a las bases cuestiones menores y no algo tan importante como la elección de un presidente y un gobierno de otro partido? Él sabrá. Y digo bien. Él. Porque el hiperliderazgo de Iglesias en Unidas Podemos está asfixiando a la coalición electoral.

      A mi entender, en los próximos meses vamos a asistir a la reconstrucción del tan denostado bipartidismo. El PP se reforzará con un nuevo liderazgo a costa de un Ciudadanos que ha llegado exhausto a la meta; y el PSOE con algunos gestos aceptados por la mayoría de la población, algunos retoques en leyes con amplio rechazo popular, y la venta de la  imagen del presidente y algunas miembros del Gobierno, a costa de un Unidos Podemos que se convertirá en un "pepito grillo" que puede terminar siento molesto hasta para sus propios votantes. 

      En fin, nunca en política se dio tanto por tan poco. Por eso mi pregunta del encabezamiento: ¿De verdad Iglesias es profesor de Ciencias Políticas? Probablemente lo sea. Pero se le nota que nunca ha sido alcalde ni siquiera concejal en su pueblo.

lunes, 12 de febrero de 2018

        ¿PROMESAS, OLVIDOS O MENTIRAS?

         Siempre te querré. No fumaré más. No te olvidaré nunca. Ya no viajo más en avión. No volveré a hablarle. Dejaré de comer dulces. No compraré más en esa tienda. Prometo que es la última vez que lo hago....

         A lo largo de nuestra vida, negamos con rotundidad multitud de cosas que no vamos a volver a hacer, o afirmamos con la misma vehemencia lo que sí haremos siempre. Llueve o ventee, decimos a veces. Sin embargo esas promesas o compromisos que le hacemos a los demás o que nos hacemos a nosotros mismos, no siempre se cumplen. A veces porque no podemos, pero en la mayoría de los casos porque no queremos e incluso en otros porque se nos olvidan. Sea por un motivo u otro, no se cumplen. 

     ¿Vamos después disculpándonos o pidiendo perdón por esos incumplimientos? Decimos acaso, perdóname, pero no eres la misma o el mismo de antes. He vuelto porque he tenido un problema muy grande. Pasé página porque era mejor para mi felicidad. No tuve más remedio que volverlo a hacer..era tan urgente el asunto. Fue imposible esquivarla, me la encontré en la estación de autobuses de Lyon, o Bolonia o Berlín. Lo hice porque era el cumpleaños de una amiga muy especial. Me acerqué porque tenía unas ofertas muy interesantes. Es que  prometemos unas cosas...

           Justificaciones, excusas, pretextos...¿No sería mejor no prometer nada, por si acaso después no se puede o no se quiere cumplir la promesa? ¿Por qué no utilizamos intentaré, pretenderé o procuraré? Probablemente no lo hacemos porque creemos que perdemos credibilidad ante los demás. ¿Quién va a fiarse o fijarse de/en una persona que no habla de lo que va a hacer con rotundidad, pensamos, o peor aun, con dudas? Y si es político, ¿quiénes lo votarán? Tal vez por eso muchos prometen lo que saben no es posible. Es decir, mienten. Viene al caso la promesa que nos hicieron los señores Rajoy y Sánchez tras la reunión que celebraron el 11 de Octubre del año pasado, con motivo de la aplicación del artículo 155 de la Constitución en la Comunidad de Cataluña. Entonces nos dijeron que en seis meses habría una propuesta de reforma de la Carta Magna. Sí, seis meses dijeron. Ya van cuatro. Sólo nos faltan dos meses para saber si nos prometieron algo para justificar otra cosa, o simplemente nos mintieron. Aunque me temo que sabemos la respuesta que van a darnos si alguien les recuerda el incumplimiento. No ha sido posible porque el otro (nunca yo o ambos) ha faltado a su palabra. Y no pasará nada. Seguiremos esperando con interés la próxima mentira.