lunes, 22 de agosto de 2022
Un cuento de verano
Cuando el verano va apurando sus últimos días, aquellos en los que las tardes se
alargan casi hasta la medianoche, nos empezamos a despedir de la pereza, la
relajación o los excesos con la comida y la bebida. Nos vamos preparando para la
vuelta a la rutina, al despertador, a los telediarios llenos de desencuentros y
malas noticias. La vida nos volverá a dar la oportunidad de ver de nuevo cómo
caen las hojas de los árboles, cómo las calles de nuestros pueblos y ciudades se
llenan de niños yendo o viniendo al colegio, de saludar o esquivar a los
vecinos. El verano habrá podido ser generoso en besos y abrazos, o quizá haya
servido para alargar las distancias o añorar las ausencias. Situados frente al
mar o pisando duras piedras, solos o acompañados, habremos contemplado la
lejanía de todo lo que se fue, o soportado el lastre de los sinsabores y
contrariedades con las que nuestros años de vida nos han obsequiado. Conforme
los días se acortan y las noches van ocupando su espacio, volverán las citas
pendientes con el médico o las llamadas de los banqueros recordándonos el
vencimiento de nuestras deudas. La vida volverá a adquirir el color gris que nos
acompaña desde que llegamos a la edad adulta, desde que despedimos a la primera
mujer o hombre que amamos con un lacónico lo siento o perdóname, o desde que nos
dijeron que como amigos mejor. Así es la vida y así hemos de afrontarla. Con sus
luces y sus sombras, sus te quiero y sus no puedo. Tal vez los próximos días
estarán llenos de nostalgia, de recuerdos, de deseos irrealizables. O a lo mejor
nos sorprenden con un encuentro largamente esperado, con un teléfono que suena,
con una voz reconocible y unas palabras que nos lleven al tiempo donde la
mayoría de nuestros sueños aún estaban por cumplir. La vida nos invitará a
seguir caminando, y cuando alcemos la mirada por encima de los inconvenientes y
las dificultades del día a día, a lo mejor encontramos la calma y la fuerza para
sortear los obstáculos que lastran nuestra armonía y nuestros anhelos. La vida
seguirá aunque los días sean más cortos. La vida seguirá aunque no hayamos sido
invitados a la fiesta de Sanna Marin. Francisco Vergara
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