jueves, 8 de septiembre de 2016



     UNA BODA POLACA

     Polonia es un país acogedor y bello, que ha sufrido a lo largo de la historia guerras e invasiones de los países limítrofes. Incluso durante 123 años, desde 1795 hasta 1918, fue borrada literalmente del mapa, repartiéndose su territorio entre Rusia, Prusia y Austria. No le duró mucho su independencia, ya que en 1939 fue invadida por la la Alemania Nazi, y en 1945, tras el tratado de Yalta, Polonia se convirtió en un país satélite de la extinta URSS. A partir de 1980 y con la aparición del sindicato Solidaridad, empieza a recobrar de nuevo su independencia.

     Pues en este país tan hermoso, hemos desembarcado un grupo de visueños días atrás, para acompañar a Ola y Diego en su casamiento. Este acontecimiento nos ha dado la oportunidad de conocer de cerca un país en franco desarrollo, donde se ven grúas construyendo o rehabilitando edificios o camiones de gran tonelaje transportando los materiales necesarios para el levantamiento de las nuevas autopistas; no en balde, Polonia es el país que actualmente recibe más ayudas de la Unión Europea, de la que forma parte desde 2004.

     Un país de cuarenta millones de habitantes que no ha entrado en recesión económica en la última crisis, y que lo sostienen e impulsan hombres y mujeres orgullosos de ser polacos, que madrugan y se afanan cada día, para que su país se parezca cada vez más a aquél que en el siglo XVI era el más extenso y uno de los más ricos de Europa.

     Un país con lugares tan hermosos y fantásticos como la calle Krupówki de Zacopane o la Plaza del Mercado de Cracovia, donde un enorme gentío las recorre permanentemente, mezclándose las personas del lugar con los miles de visitantes que se acercan a ellas a diario.

     Pero también un país que no se olvida del sufrimiento y el horror que durante épocas precedentes lo asolaron. Donde miles de hombres y mujeres de todo el planeta recorren en silencio y consternados los campos de concentración y exterminio de Auschwitz y Birkenau; donde el ser humano llegó a presentar su cara más abyecta e ignominiosa.

     Paseando por Przemyls y Cracovia, también apreciamos el respeto que le profesan a insignes personajes en la historia de ese pueblo: Nicolás Copérnico, Federico Chopin, Madame Curie o Juan Pablo II.

     Una boda, como un acontecimiento extraordinario que es, sirve también para conocer el folclore del lugar que se visita, cosa que pudimos comprobar sobradamente, al tiempo que nosotros también les ofrecimos algunas pinceladas del nuestro. Y para los que sepan apreciar la buena gastronomía, no les faltó oportunidad para hacerlo. No una vez, ni dos, sino tres. Sí, tres veces. Porque el convite nos deparó tres cenas consecutivas. Eso sí, suficientemente regadas con buen vodka y mucho baile para ir eliminando calorías.

     Una boda polaca, o al menos esta boda polaca, ha sido un acontecimiento inolvidable. Estar junto a tu gente más cercana durante varios días y recorrer calles y plazas llenas de historia, no es algo que podamos hacer habitualmente. Sin embargo, este grupo de gente de El Viso -y algunos de Alcalá-, hemos disfrutado de una semana fantástica gracias a que un día, el amor surgió entre una polaca de Przemyls y un visueño.

     Que vuestra vida juntos sea tan fabulosa y hermosa como lo ha sido nuestro viaje al país que ya para algunos, va ocupando cada vez un lugar más grande en su corazón.

      Felicidades, Aleksandra Szymanska. Felicidades, Diego Vergara García. Y gracias. Gracias porque habéis sido el motivo para que nuestra mente se abra más y nuestra memoria haya incorporado nuevas, bellísimas e imborrables imágenes.