domingo, 4 de noviembre de 2012


            ¿ESPAÑA SE ROMPE?

            La arremetida soberanista del presidente catalán Mas y de gran parte de esa comunidad, ha llenado de desasosiego a muchos ciudadanos, que temen la ruptura de España tal como hoy la concebimos. Temor que sin duda existe y tiene su fundamento no solo en la posición del gobierno y algunos partidos catalanes, sino también en el tremendismo de posiciones situadas en las antípodas de aquéllas. En palabras del profesor  Aurioles "En un extremo están los nostálgicos del centralismo, encabezados por FAES y el ministro Montoro, que nos vienen a decir que si queremos evitar la intervención a nuestro país, hay que comenzar a desmontar el sistema autonómico. En el otro extremo el nacionalismo egoísta y prepotente del norte, dispuesto a cargar el ambiente de agravios con el fin de conseguir el concierto fiscal para unos cuantos y avanzar en su modelo de bipolaridad política y económica" (Diario de Sevilla ).

               Ante esas  posiciones extremas, ha de imperar el sentido común y mirar lo que pasa en otros estados, adecuando el nuestro a la organización más útil para el ciudadano, sin olvidar la diversidad de nuestros territorios, la mayor equidad en la prestación de los servicios públicos básicos y  un desarrollo económico equilibrado. De las tres posibilidades existentes: estado centralizado (el anterior a la Constitución de 1978), estado autonómico asimétrico (el actual) y estado federal (todas las comunidades las mismas competencias); parece más razonable este último, acabando con los privilegios del que actualmente gozan Navarra y País Vasco y al que aspira Cataluña, que mediante los conciertos llamados históricos disponen de una hacienda propia que recauda y distribuye los recursos dentro de la misma comunidad. Ejemplos de las tres formas de estado tenemos suficientes para ilustrarnos: estados centralistas (Grecia y Portugal), autonómico asimétrico (actualmente España), federal (Alemania).  Merece la pena, pues, trabajar por la instauración de un estado federal en España, donde al tener todas las comunidades las mismas competencias se acabarían los agravios entre ellas, estableciéndose unos mecanismos que  igualaran el desarrollo de las distintas federaciones, teniendo en cuenta la renta, la población y el territorio para ello.

                En esa reforma constitucional necesaria para instaurar el Estado federal, tendrían que recogerse nominalmente las comunidades o federaciones que formaran parte de ese Estado, de las que deberían desaparecer   las uniprovinciales. Madrid, Navarra, Cantabria, La Rioja y Murcia, ¿tienen unos rasgos claramente diferenciadores como para ser consideradas  comunidades autónomas o federaciones en ese futuro estado federal? En mi opinión, no. Ninguna de ellas son comparables a Galicia, Cataluña o Andalucía, que sí tienen unos perfiles propios muy acentuados.

                 En definitiva, un Estado debe responder a las necesidades de sus habitantes, proporcionándoles la máxima calidad de vida, eliminando desigualdades, impidiendo privilegios y manteniendo la cohesión social necesaria para un desarrollo armónico. Como mejor se puede conseguir eso es con un estado federal, el resto depende de los gestores de las instituciones, que en democracia podemos validar o cambiar cada cierto tiempo, según el resultado de los mismos. 

                   Así, España como estado no solo no se rompería, sino que gozaría de buena salud durante muchos años.